La trayectoria de Lorenzo Santolino en las motos comenzó como la de muchos otros pilotos jóvenes: heredada de los padres. En este caso, Lorenzo “sénior” era un gran aficionado a las motos y un día decidió comprar a su pequeño una motocicleta infantil para que le acompañara en sus paseos por el campo. Y como también suele ocurrir, al chaval se le empezó a dar bien, mejor que a su progenitor, que nunca tuvo aspiraciones competitivas.
De ahí a las primeras carreras no pasaron más que nueve años y en 1996 debuta como alevín en motocross, una especialidad básica en la formación de pilotos. En los campeonatos juveniles y cadetes fue cogiendo nivel y dejándose ver entre los mejores, etapa en la que coincidió con todo un campeón del mundo de velocidad, Julito Simón, ex piloto de motocross y compañero de Santolino por entonces entre barro y roderas.
Aquellos fueron años de viajes en caravana por toda España con su padre como mecánico, su madre al frente de la intendencia y la familia (al completo) como equipo y patrocinador. Con los medios justos, se fue haciendo un hueco entre los mejores mientras los especialistas observaban con curiosidad la calidad de ese piloto tan rápido y consistente, agresivo pero con estilo, que no llevaba la mejor moto, ni estrenaba neumáticos en cada entrenamiento, ni entrenaba mañana y tarde porque no había abandonado los estudios, como sabiamente le aconsejaron sus padres… Y es que esa ha sido siempre una de sus grandes cualidades, su carácter amable, lejos de los caprichos o el endiosamiento que se ve en muchos de los que, en su día, fueron promesas como él.
El primer gran cambio se produjo en 2003. Con la experiencia de dos mundiales juveniles y ya crecido, da el salto a las motos de tamaño sénior con una KTM 125 atendida en Valladolid, donde entrenaba habitualmente. También consigue ser becado por la Junta de Castilla y León en la residencia deportiva Río Esgueva, y se convierte en el primer piloto de motor que logra que se reconozca su condición de joven promesa.
También aquel año llega a tomar parte en las pruebas de la Copa Movistar, la competición de la que en su día salió Dani Pedrosa, y se queda a las puertas de ingresar. Su futuro estaba, claro, en las pruebas de montaña. Entre 2004 y 2005 se bate el cobre con los mejores júnior nacionales en 125 y también en esta categoría compite en el nacional absoluto, ya con su primera moto realmente competitiva, una especial KTM 125 SXS.
A finales de 2005 iba a tomar la decisión más importante de su carrera. Con una moto prestada, toma parte en sus primeras pruebas de Enduro, con la suerte de hacer buenos resultados en esta especialidad parecida al motocross, pero que prima más la resistencia, la orientación y la habilidad. La Federación Española de Motociclismo se fija en él y le ficha para su equipo de promesas del enduro, y 2006 lo arrancará en esta especialidad, olvidando los circuitos de motocross.
Su vida empieza a transcurrir entre Valladolid y Barcelona, los viajes aumentan y también las semanas fuera de casa enlazando competiciones: campeonato de España (logra su primer podio en la prueba de Béjar) y del Mundo, Mundial Indoor, su primera participación en los ISDE seleccionado con España, Cross-Country… es en esta especialidad donde logra en 2007 su primer título de campeón de España absoluto dando la sorpresa.
También logra sus primeros podios en el Mundial júnior y en el Nacional absoluto. Y aquel año lo redondeó con el trofeo de campeón formando parte del equipo júnior de España en los Seis Días Internacionales de Enduro, la competición más antigua del mundo. Tras un año 2008 plagado de lesiones, en 2009 el salmantino logra en Grecia su primera victoria en el Mundial, quedando el país heleno como uno de sus fetiches, ya que allí ganó también unos ISDE y siempre ha brillado en las duras carreras griegas.
Las buenas sensaciones que, con sólo 19 años, dejó aquella temporada le abrieron la puerta del equipo más fuerte del Mundial de Enduro, el KTM Farioli, que le hizo un sitio en su formación “support”, la que reúne a las jóvenes promesas. Allí ha coincidido con su gran amigo Iván Cervantes, pluricampeón mundial de la especialidad, valedor del salmantino y que ve ahora en su joven pupilo a un posible sucesor entre los mejores pilotos del mundo.
De ahí pasó al equipo oficial Husqvarna en el Mundial y, posteriormente, a Sherco, donde ha logrado sus mejores resultados en el enduro. Llegó a ser tercero de Enduro 1 en 2016. En 2017 no tuvo su año. Un cambio de moto que no le favoreció y algunas caídas lastraron sus resultados, pero le abrieron la puerta a los rallys. Destacó en su primera participación en Marruecos, donde ganó la categoría de los debutantes, la EnduroCup. Y tras una temporada en el enduro, brilló de nuevo en Marruecos con un ‘top ten’ ante los mejores especialistas y ya con la moto de rallys.
En 2018 hace su primera temporada completa en los rallyes con la vista puesta en su primera Dakar, el de enero de 2019. Contra todo pronóstico, se convierte en la revelación de la carrera. Logra un cuarto puesto parcial en una etapa y se coloca undécimo de la general, mejor puesto de un debutante, pero en la sexta etapa tiene que abandonar tras una fuerte caída que le tiene lesionado durante meses. Se recupera satisfactoriamente y afronta su segundo Dakar en 2020.